jueves, 28 de enero de 2010
Renació el ballet
En las figuras casi estilizadas de las alumnas del colegio La Providencia, renació el ballet. Fue un espectáculo diferente. Fue el ballet que enmudeció a quienes creyeron que este tipo de arte escénica era solo para una cierta élite, y a quienes manifestaron que no era importante en la formación de las jovencitas.
La danza dijo exactamente lo contrario. Las catorce bailarinas provenientes de los barrios más pobres de la ciudad Esmeraldas, fueron tan rigurosas en sus pasos como sensibles en sus expresiones. Durante la presentación que duró un poco más de una hora, nunca dejaron de sonreír e intercambiar brillantes miradas.
Las estudiantes, de entre 14 y 16 años de edad, agradecían la presencia de sus madres, que desde una esquina del salón de la Casa de la Cultura Núcleo de Esmeraldas gritaban: “Esa es mi hija”, “es mi hija”. Indiferentes al comportamiento de otras damas que no resistieron ladear sus cabezas para observarlas, las emocionadas madres levantaban sus voces en el momento en que sus hijas recibían el diploma que las denominaba como fundadoras e integrantes del Primer Grupo de Ballet del Colegio La Providencia.
Las jóvenes agradecían la presencia de Sor Nancy Farfán, rectora de la institución educativa, que aun siendo fiscomisional, tomó la iniciativa de incluir en su formación clases de ballet con la convicción de que el arte y la cultura constituyen un camino para disfrutar la vida con creatividad, libertad y amor.
Es la forma también, dijo la escritora Carmen Rivadeneira, de fomentar la paz en una sociedad enferma de violencia, no solo de violencia física, sino de otras manifestaciones de este padecimiento, como la discriminación y la pérdida de dignidad. “En medio de este mundo violento requerimos de la sensibilidad humana. El arte es la gran vía para trasmitir valores”, sostuvo.
La maestra que preparó a las catorce alumnas fue Patricia Merizalde, integrante del círculo Femenino de Cultura de Esmeraldas. Ella está segura de haber pulido más que los cuerpos de las adolescentes, sus almas sensibles.
La fiesta del ballet, una noche engalanada, además, con la presencia del compositor esmeraldeño Thomás García y de su música; y rematada con los Wilson, padre e hijo, el dúo que endulzó al público con los sonidos del arpa paraguaya.
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