jueves, 14 de enero de 2010

Cuando es un poeta el conductor


Es poeta y taxista. En el día trabaja solo varias horas en el vehículo que adquirió hace doce años cuando después de navegar por otros mares decidió radicarse en Esmeraldas.
Se llama Gustavo Jurado Oliveros, un romántico de 67 años que inspirado en la naturaleza de la “provincia verde” y la belleza de las mujeres ha escrito al menos cincuenta poemas.
Nació en Guayaquil y vivió quince años en Estados Unidos y cuatro en México. Su trabajo como marino mercante lo mantuvo en tierras lejanas, separado de su familia; aunque recorrer el mundo le dio inigualables experiencias e inmensas alegrías.
Espontáneo y alegre, así es Gustavo Jurado.
Camino al balneario Tonsupa cuenta que su poesía tan original como él, le ha dado muchas satisfacciones. La poesía ha sido su aliada. Es su voz y su pasión. “La tarde está oscura y mi corazón late profundamente viendo las nubes… ¿y por qué la sonrisa del hombre se calla?”, declama.
Disfruta de la vida, sin apuros. Vestirse bien, jugar fútbol por las tardes en la cancha de su barrio “La Tolita” y salir a conquistar emociones es lo que lo hace feliz.
La poesía ha sido también su arma de seducción. La carrera de taxi se extiende o se repite cuando es un poeta el conductor. Se hace larga la carrera cuando es una mujer quien solicita al poeta “otra vuelta, por favor”. Para ellas, el trato es especial, asegura Gustavo Jurado, porque las mujeres merecen que se las trate bonito, como a una flor.
Pero es también el poeta del pueblo. Es el poeta de la tierra, de la luna, de las tardes, de la vida. En el viaje a la playa destaca su poesía inédita denominada “Esmeraldas”. Es la exaltación a una provincia que a pesar de los años grises que le han sembrado, aún es encantadora.
Para este hombre, alto, delgado y trigueño escribir y compartir con sus pasajeros su talento es la mejor manera de existir, de ser. “Tu amor es mi verdad”, titula uno de sus poemas favoritos. Poemas que permanecerán en su escritorio y existirán en un taxi hasta que Gustavo Jurado concrete la idea que desde la secundaria viene “madurando”: publicar su obra.

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