lunes, 4 de enero de 2010

El periodismo se lleva en la sangre


Confieso que cuando el periodista Rubén Darío Buitrón me dijo que el periodismo se lleva en la sangre y no en un título, no estuve totalmente de acuerdo con él y me limité a escucharlo. El tema surgió en una conversación en esos días en que comenzaba el debate nacional sobre el proyecto de Ley de Comunicación.
Entonces me recalcó que si bien es importante una formación en las aulas universitarias, no es el título lo que permite hacer buen periodismo sino el amor a este oficio o vocación como lo dice su libro “Periodismo por Dentro” al señalar el testimonio del destacado reportero norteamericano, Neil Hickey.
En ese momento pensé en los reporteros que están en los medios sin ningún tipo de preparación académica, solo porque les gusta; pensé en los jóvenes aficionados y entusiastas que día a día veo en los canales de mi ciudad Esmeraldas transmitiendo datos y opinando sobre los hechos, como su mejor hazaña. Y recordé que en las reuniones informales con amigos periodistas, en varias ocasiones, concluimos que algo hay que hacer para evitar que los “sin título” nos dejen sin puestos de trabajo porque además son quienes denigran nuestra profesión.
Pensaba en el tema todos los días. Algo aún no me convencía. Me decía que no tenía que ser ni lo uno no lo otro. Concluía tajantemente que quienes tenemos un título de comunicación social estamos obligados moralmente a practicar periodismo de verdad, así no habría justificativo para que los que no estudiaron cinco años en la universidad, lo hagan. Ni más ni menos.
Hasta que un domingo, cuando visitaba a mi mamá en Camarones, un balneario ubicado a aproximadamente 30 minutos de la ciudad, vi acercarse a un adulto mayor, de piel negra y cabellos blancos. Mientras cruzaba la vía principal a pasos lentos apoyándose en un bastón, me sonreía.
Saludamos. Lo llamé por su nombre, Don Ilario. Lo conocía, un poco. Cuando empecé a estudiar la carrera sabía que él tenía un programa de radio dedicado a los campesinos. Él me dijo periodista, ahora fui yo quien le sonrió.
Conversamos durante casi una hora. Y fue él, Don Ilario Carabalí, de 93 años de edad y toda su transparente trayectoria, que me confirmó que el periodismo se lleva en la sangre. No me lo dijo con esas letras, su historia lo encarna.
Ilario Carabalí es un reportero, sí, aún ejerce el oficio. Es el reportero de su comunidad. Empezó hace treinta años. No tiene título y nunca ha sido reconocido por los periodistas “profesionales” mucho menos por los gremios de periodistas.
Es un campesino que habita en el recinto Guabal, de la parroquia Camarones y que hasta hace tres años, cuando veía perfectamente, todos los días se daba tiempo para recoger testimonios de gente de la comunidad, de sus necesidades y vivencias, grababa voces de los padres de familia cuando algo en la escuela de sus hijos no iba bien y comunicaba por el micrófono cuantos enfermos de paludismo había en su comunidad.
Por su ceguera hizo una pausa en su trabajo, pero ahora después de una cirugía que le practicaron en Cuba que le permitió recuperar bastante visibilidad, ha vuelto al micrófono con su compromiso de siempre, el periodismo comunitario.
Todos los viernes viaja a la ciudad, para en un estudio de radio preparar junto con dos compañeros más el programa denominado “El Mosquito” que se trasmite los sábados a las 6:00, en Radio Antena Libre. Los temas que trata son, precisamente, los relacionados con la educación, salud y el bienestar de sus vecinos.
Don Ilario no lucra del trabajo en la emisora de radio, porque apenas recibe un poco de dinero para cubrir sus pasajes. Aun sin dinero, me dice, su mayor satisfacción es ser el vínculo entre su comunidad y las autoridades, entre sus vecinos y la opinión pública. Asegura que llevar las voces de sus compañeros campesinos a la radio y difundir lo que hace aquella gente trabajadora y honesta le produce un gusto indescriptible en su interior. Eso es llevar el periodismo en la sangre, digo yo, en silencio. Eso es hacer periodismo sin protagonismo, solo por servicio.

5 comentarios:

  1. Maravillosa reflexión y hermoso texto. ¿Qué más podría añadir un periodista burguès como yo?

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  2. Gracias por el comentario Rubén Darío y gracias por motivar estas reflexiones en mí y en tantos otros periodistas que hemos asistido a sus talleres y cátedras, y especialmente hemos leido sus libros.
    Yo no diría que usted es periodista burgués, sino solo periodista, de verdad.

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  3. La verdad que me siento conmovido. Me encantó la historia y quiero conocer a Don Ilario. A veces los seres humanos sentimos la necesidad de meter las manos al fuego para saber qué se siente quemarse, pese a las advertencias.
    En este caso, la braza fue un hombre de pueblo, un amante de comunicar, de servir, de ser útil.
    Pero Elsa, a pesar de tu humildad, solo una periodista como tú, podría ofrecernos un texto tan rico, que se lo saborea lentamente, letra a letra, palabra a palabra, párrafo a párrafo. Y se lo aprende con esfuerzo, con estudio y acogiendo los consejos. Rubén darío te lo dijo meses antes, pero no te quemó, tuvistes que meter las manos al fuego para sentir el calor de las llamas. espero que mi conterio, al menos te haga calor de todo corazón felicitaciones.

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  4. Claro que sí, Manuel, tu comentario es muy valioso. Te agradezco desde mi corazón, ardiente y apasionado por nuestro oficio.

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