Por: Carlos Trujillo
Advertencia: no digan que estoy defendiendo los linchamientos populares pero se debe aclarar que tampoco son una muestra de la justicia indígena, y los que no saben ni conocen no deberían opinar sobre ello. Así mismo, en la justicia indígena las penas más corrientes son los latigazos, las ortigadas y los baños con agua al ambiente. Una pena más grave es la expulsión de la comunidad. Nuestras leyes no permiten los azotes, pero estos son impuestos por jueces, por ejemplo en Singapur, en el nuevo amigo Irán y en otros países más.
No puedo dejar de recordar lo que Gabriel García Márquez dice en “Del amor y de otros demonios” que los dioses africanos son menos hambrientos que el cristiano, pues los africanos se satisfacen con la sangre de gallos mientras al dios cristiano le ofrendaban en llamas de leña verde un hereje o excomulgado cada domingo.
Lapidación quiere decir dar muerte a pedradas. Y eso está en la ley iraní – y el Presidente Amahdinejab lo defiende como acto de soberanía – la palabra que está de moda – pero eso no es todo. Son en su mayoría mujeres las condenadas a esta muerte – los hombres son mucho menos y si logran huir están a salvo. A las mujeres se les entierra hasta el pecho y comienza el apedreamiento con “piedras no demasiado grandes que maten demasiado pronto ni tan pequeñas que no sean piedras”.
Los estudiosos dicen que Mahoma no ordenó la lapidación en el Corán – su libro sagrado – y Jesucristo la eliminó de la Ley de Moisés en su prédica del Evangelio.
Hay una campaña de difusión y protesta por la suerte de Sakineh, así condenada, mujer de 41 años, madre de dos adolescentes que la defienden, y viuda. Pero ella no es la única, al momento hay una lista, solo en Irán, de dieciocho mujeres y seis hombres. Los amigos y socios del Gobierno de Irán, si no del pueblo, deberían interponer sus buenos oficios. Si usted puede y quiere, proteste. cbtrujiIIos@hotmaiI.com
Esmeraldas, 2010.07.19
Carlos B. Trujillo, Lcdo. CC.EE.
Profesor Universitario Jubilado (UC y UTE)
C.C. 1 70022182-1
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