La protesta de los trabajadores de la Empresa Eléctrica de Esmeraldas es noticia principal en los noticieros de radio y televisión de esta ciudad, durante tres días continuos.
Un grupo del Sindicato de la empresa cuya razón social ahora es CNEL (Corporación Nacional de Electricidad) impide el ingreso del Gerente y del Jefe Financiero, acusándolos de persecución laboral.
Los reporteros acuden al lugar de los hechos, se abren los micrófonos a los dirigentes sindicales, se trasmiten salidas en vivo y notas preparadas. En estos amplios espacios los trabajadores manifiestan todo su malestar, puntualizan sus demandas, acusan a los directivos, dicen todo lo que desean sobre el tema. Hasta ahí, la prensa parece haber cumplido su labor. En los informativos pasan a otros hechos y no hay nada más que decir.
Es viernes, acabó la protesta y murió la historia. Pero, un momento… ¿No había otros personajes involucrados en este hecho? ¿Por qué nunca hablaron en los medios el Gerente y el Jefe Financiero? En la misma empresa o fuera de ella ¿no existían otros testimonios para contrastar, contextualizar y entender mejor lo que estaba ocurriendo?
La comunidad que se informó a través de estos medios conoció solo una parte del hecho (no se le puede llamar noticia). Fue víctima del unifuentismo. Dentro de ese público, los críticos y cuestionadores asumirán que hay algún interés o falta profesionalismo.
¿Es tan difícil cumplir las normas básicas del periodismo? Al exponer un solo punto de vista sobre un suceso, como periodista decidimos quien tiene la razón, haciendo el trabajo de un juez, por cierto muy injusto.
¿Qué trabajo hacemos al reproducir una sola versión? Sin duda, incompleto. Solo nos tomamos la “molestia” de grabar una voz.
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